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Carlos el Temerario y el cinturón de castidad en hierro de Brujas

Carlos el Temerario nació en 1433, hijo de Felipe el Bueno, uno de los príncipes más poderosos y cultos de su tiempo. En Brujas, gobernó con mano firme, extendiendo su dominio por Flandes, Borgoña, Lorena y parte de Alsacia. Pero sus victorias pronto se tiñeron de tragedia. Tras años de conflictos,

Carlos Alvarez

10/6/20254 min leer

Carlos el Temerario y el cinturón de castidad en hierro de Brujas: la leyenda del Duque obsesionado con el honor

En Brujas, cada piedra parece tener memoria. Las torres, los canales y los viejos palacios conservan ecos de una época en la que la ciudad era el corazón del Ducado de Borgoña. Entre esas sombras históricas, destaca una figura que aún hoy fascina y aterra a partes iguales: Carlos el Temerario, el último gran duque de Borgoña.

Ambicioso, orgulloso y profundamente supersticioso, fue un hombre que soñó con fundar un imperio… y que, según cuenta la leyenda, quiso dominar incluso lo que no podía poseer: la fidelidad y el deseo.

Un duque entre la gloria y la obsesión

Carlos el Temerario nació en 1433, hijo de Felipe el Bueno, uno de los príncipes más poderosos y cultos de su tiempo. Creció en un mundo de lujo, caballeros y artistas, rodeado de los mejores intelectuales de Flandes. Su carácter era indomable. En la guerra, era feroz; en la política, implacable.

Desde Brujas, gobernó con mano firme, extendiendo su dominio por Flandes, Borgoña, Lorena y parte de Alsacia. Pero sus victorias pronto se tiñeron de tragedia. Tras años de conflictos, cayó en la Batalla de Nancy (1477), dejando tras de sí un legado de ambición, leyendas… y un misterio que aún hoy perdura entre los canales de Brujas.

El palacio del Duque y la casa encantada

El antiguo palacio donde Carlos vivió parte de sus días es hoy el Hotel Dukes’ Palace, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Bajo sus suelos de mármol, en los sótanos de piedra, se rumorea que el Duque mandó levantar talleres secretos donde trabajaban herreros y alquimistas.

Los documentos oficiales nunca mencionan qué fabricaban allí, pero en los relatos populares se habla de una “obra de hierro” forjada bajo juramento de silencio.

Algunos huéspedes del hotel aseguran haber sentido presencias extrañas, sombras que se mueven entre los pasillos, puertas que se cierran solas y un murmullo en voz grave que pronuncia un solo nombre: Margarita.

¿Era su esposa, Margarita de York, o alguna amante que el tiempo quiso borrar?

La leyenda del cinturón de castidad

La historia más inquietante dice que, temeroso de la traición y obsesionado con el honor, Carlos el Temerario ordenó fabricar un cinturón de hierro para una mujer de su corte. Un dispositivo cruel que aseguraría su fidelidad mientras él marchaba a la guerra.

El artefacto debía ser bello por fuera, como una joya, pero firme e imposible de abrir sin su llave.

Los herreros que trabajaron en secreto en el palacio habrían sido juramentados bajo pena de muerte. Se dice que uno de ellos desapareció sin dejar rastro tras la entrega del objeto.

El cinturón —según los rumores— fue sellado con una cerradura única, cuya llave el Duque guardó en un anillo que llevaba siempre consigo, incluso en el campo de batalla.

Cuando Carlos cayó muerto en la nieve de Nancy, el anillo fue encontrado en su mano… pero el cinturón, jamás.

Brujas y el Museo de la Tortura: el testigo de hierro

Hoy, en el Museo de la Tortura De Oude Steen, ubicado en una de las prisiones más antiguas de Brujas, los visitantes pueden ver un cinturón de castidad de hierro. No se sabe si fue realmente utilizado o si es una pieza simbólica, pero muchos locales aseguran que proviene de los talleres ducales del siglo XV.

El museo, que guarda instrumentos de justicia y castigo medieval, conserva esa pieza bajo una tenue luz, casi como un objeto de culto.

Los guías del museo advierten que la autenticidad es discutida, pero su presencia física impresiona: las correas metálicas, la cerradura artesanal, el peso del hierro sobre el mármol antiguo.

Quienes la contemplan con detenimiento dicen que pueden sentir una presencia detrás, como si alguien observase desde la sombra, celoso y vigilante. Algunos aseguran haber escuchado un leve sonido de pasos o un murmullo: “La llave… está donde arde la llama eterna”.

La herencia de las pasiones del Duque

Carlos el Temerario tuvo tres esposas: Catalina de Francia, Isabel de Borbón y Margarita de York, la última, una mujer culta e influyente que sobrevivió a su caída.

Se decía que Margarita conocía todos sus secretos, incluso el de aquel cinturón. Algunos cronistas insinuaban que ella misma lo había mandado destruir, aunque otros afirmaban que lo escondió, junto con varios objetos personales del Duque, en los sótanos del palacio de Brujas antes de huir a Inglaterra.

En los siglos posteriores, esa historia se mezcló con otras leyendas, y cuando el Museo de la Tortura abrió sus puertas, aquel cinturón se convirtió en la pieza más comentada. Nadie puede asegurar si pertenece realmente a Carlos el Temerario, pero lo cierto es que la ciudad parece complacerse en mantener vivo su mito.

Brujas, ciudad de sombras y secretos

En Brujas, las leyendas no mueren: se transforman. Los visitantes que caminan por sus calles al caer la noche pueden sentir que la ciudad respira historia.

Frente al Dukes’ Palace, la fachada iluminada parece observarte con siglos de silencio acumulado. Y a solo unas calles, en el Museo de la Tortura, ese cinturón de hierro sigue esperando, como si aún guardara un pacto sin cumplir.

Algunos guías —los más viejos— aseguran que el espíritu del Duque regresa cuando el viento del norte sopla sobre los canales. Que se lo ha visto, con su capa de terciopelo, entrar por la puerta del museo para contemplar su obra… o su maldición.

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Si te atraen las historias donde la realidad y la leyenda se entrelazan, esta es una de las más fascinantes.

Durante nuestro Free Tour en Brujas, recorremos los escenarios donde vivió Carlos el Temerario, el Duque que quiso dominar el mundo… y terminó prisionero de sus propios secretos.

Conoce su palacio, sus pasiones y las sombras que aún habitan en la ciudad.

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